martes, 22 de febrero de 2011

Love of Lesbian: más fans de John Boy en Valladolid

Aunque no soy del único pueblo de España dónde no han tocado Love of Lesbian, la verdad que hasta ahora no había tenido la oportunidad de ver en directo a uno de los grupos de moda este último año, a pesar de que ya habían recalado en Valladolid en alguna ocasión. Esta vez lo hicieron para llenar dos días consecutivos (sábado 19 y domingo 20) la sala Porta Caeli.


Esto, que puede no parecer una proeza (Porta Caeli, uno de esos locales de antaño bautizados como sala de fiestas ahora reconvertido en sala de conciertos, tendrá un aforo justito de 400 personas) comparado con llenar cuatro noches seguidas la Joy Eslava, debe ser puesto en su justo contexto. Algo tan simple como esto: Valladolid no es Madrid.

Lo bueno es que estos lesbianos tampoco entienden de demografías urbanas y plazas de primera o segunda; sólo les interesa tener un auditorio entregado con el que conectar. Aquí o en Madrid. Aunque la repercusión mediática no sea la misma. También es cierto que, precisamente ellos, pueden decir que tampoco les importa mucho. Al fin y al cabo estos talluditos catalanes en gira permanente desde hace más de un año no tienen nada que agradecer a grandes discográficas, productoras o medios de comunicación. En tal caso, a internet y a las redes sociales que han posibilitado que un público desde la adolescencia a la treintena llene sus conciertos y coree todas sus canciones.



La mayoría de ellas provenientes de 1999, su último trabajo, un disco pretendidamente conceptual en el que quedan patentes las marcas de la casa: letras de un lirismo surrealista (1999, Incendios de nieve), melodías bailables (Algunas plantas, El ectoplasta) y auténticos himnos (Club de fans de John Boy, Allí donde solíamos gritar).

El concierto empezó con diez minutos de retraso sobre la hora anunciada y con el público ya impaciente desde que se abrieron las puertas. Bastaron los primeros acordes de Allí donde solíamos gritar para intuir que la noche iba a ser una gran noche. En un principio, el sonido resultó bastante deficiente y se oía bastante más a la gente gritando la letra que a la épica e hipnótica voz de Santi Balmes. Tuve la sensación de que iba a sacrificar el sonido por estar prácticamente al lado de la banda, lo que no deja de ser un lujo que justifica pagar ese precio (y hasta el calor asfixiante que hacía). ¡Todo sea por la comunión de público y artista!

Pero lo cierto es que el sonido mejoró mucho a partir de entonces, al atacar Un día en el parque, primer tema arrancado de su anterior trabajo Cuentos chinos para niños del Japón. Aunque en ningún momento dejó el publico de cantar todas las letras, jaleados por el propio grupo (incansables, entregados, con tablas; disfrutando y convencidos de lo que hacen). Porque los conciertos de Love of Lesbian son una suerte de fiesta en la que se da por hecho que allí se va a pasarlo muy bien. Y se canta, se grita, se baila, se salta, se bota, se suda... Mucho.


Más de dos horas de concierto en las que dio tiempo a hacer todo eso (y regarlo bien con tercios de Estrella Galicia) mientras se desgranaban temazos como Las malas lenguas, Noches reversibles o Segundo asalto. A escuchar cómo Santi iba contextualizando muchos de los temas, cómo animaba al personal con sus bromas y chascarrillos (como, por ejemplo, cuando recordó que mientras OT echaba la persiana grupos como ellos salían adelante... gracias a una inmensa minoría que da la espalda a las radiofórmulas en favor del talento que encuentra su espacio a través de rendijas como myspace o spotify, cada vez más amplias, añado yo); o cómo lanzaba sus guiños al público local ("no me extraña que esteis así de saludables con lo bien que comeis, cabrones"); a reirnos con lo que se veía encima del escenario, con los componentes de la banda disfrazándose (las pintas del bajista Joanra Planell semidesnudo para el amante guisante del Te hiero mucho son inenarrables) en medio de un ambiente entre carnavalesco y de fiesta de cotillón.

Aunque probablemente el cénit del concierto se alcanzó con la locura de Algunas plantas, con campanadas incluídas y dos miembros de la banda (Santi Balmes y Jordi Roig)  lanzándose sobre el público, que los manteó en medio de un delirio generalizado hasta que Santi acabó dando con sus huesos en el suelo (que estaba forrado de botellas de la mencionada cerveza, todo sea dicho), percance que acabó traduciéndose en la cancelación del concierto del día 20.


Este ha sido el concierto en el que mejor por me lo he pasado: en que más he cantado, bailado, saltado, reído... Fue una fiesta y esta gente, a pesar de llevar "girando" tanto tiempo también lo pasaron bien y disfrutaron del público de Pucela, como dejaron claro en su twitter.

Aquí dejo un posible setlist... aunque echamos de menos algún tema como La niña imantada.